Raimundo Viejo Viñas

Profesor, autor, traductor, editor, ciudadano activo y mucho más.

Jul

26

[ es ] Nota sobre el modelo organizativo de Podemos



Al igual que ya sucedió antes con el debate sobre el equipo que ha de organizar la asamblea, una vez más estallan las redes en un debate sobre democracia que creo confunde la naturaleza de Podemos y sus condiciones de intervención política con el diseño de lo que debería ser la organización de un régimen político. Pensando como si la única arena política fuese la electoral y un único interfaz en el gobierno representativo la sola herramienta de intervención, irrumpe de nuevo la indignación en no pocos círculos y redes sociales. El truco milagroso, atajo a la solución que resuelve todos los problemas, se vuelve a desmontar una vez más (que no cunda el pánico que siempre se ha rearmado). Los agitadores claman al cielo por el ultracentralismo o por la falta de un modelo de participación democrática. Y por descontado los detractores de Podemos se ponen las botas a confundir churras con merinas.

Sin embargo, pocxs se preguntan por la manera en que mantener en activo un emisor de discurso coherente, formado y capaz, una maquinaria con potencia para responder al asalto de la caverna mediática (empezando por noticias como esta), una herramienta de apertura de la crisis del régimen. Desde el principio creo que hay un error fundamental y enormemente extendido en el supuesto de la participación de la gente en Podemos (y sus detractores), a saber: pensar que el terreno político en que interviene (la democracia liberal y su lógica de competición entre opciones electorales de partido) es el de la solución institucional cuando este es, en rigor, un terreno a destruir.

Concreción característica del monstruo gramsciano en el que lo viejo no acaba de morir, en este debate no se entiende que Podemos ha de operar en las condiciones políticas que prefigura el régimen y que Podemos ni ha decidido, ni interesa que decida. Por ejemplo, en el marco de una ley de partidos que te obliga a ser un partido político, pero no te deja ser «un movimiento», como si este último fuese, por cierto, legislable (solo si se entiende que la democratización pasa por una democracia de partidos interesa hacer de la ley de partidos LA ley sobre la que organizar las reglas de juego …algo por cierto que fue muy frecuente en algunos debates del 15M, obsesionados con cambiar la ley como si con ello se diese con la madre del cordero). Se olvida así, en definitiva, que la cuestión es acabar con el régimen empezando a producir otro por medio de la emergencia del poder constituyente, no perfeccionarlo ocluyendo el horizonte constituyente en una reforma constitucional (error este, por cierto, compartido por no pocxs destacadxs cabezas de Podemos lectores de Laclau y Schmitt).

Dicho de otro modo, Podemos es la parte del problema que sirve para pensar la solución, pero no la solución en sí. Podemos no es la constitución del comunismo, es la dictadura para el 1%, para la cleptocracia. Pablo Iglesias Turrión no es un líder liberal-democrático al que elegir en los márgenes de la partitocracia, es un libertador mediático que abre un horizonte de ruptura democrática (y digo abre, pero no por ello necesariamente cierra). Mal va quien se crea que generando una maquinaria electoral que conquiste el poder institucional en el marco de la forma-Estado vaya a dar con la institucionalidad que resuelve un proyecto democratizador a la altura de las exigencias de la constitución material en que vivimos. Podemos no es eso, ni aunque lo quiera (la «virtù» siempre está sometida a la parte de la fortuna, la agencia a la contingencia). No pidamos peras al olmo. El objetivo de Podemos tampoco es serlo por un defecto de gestión u orientación política, sino facilitar las condiciones POLITICAS para que sea posible ir sacando adelante la ruptura por arriba del régimen mientras se van produciendo las instituciones del común por abajo. Si la batalla se gana, para cuando Podemos acabe su tarea legislativa, su forma institucional debería estar obsoleta y el poder articulado de manera radicalmente opuesta a como lo está hoy. Nada sería mejor síntoma de haber ganado.