Raimundo Viejo Viñas

Profesor, autor, traductor, editor, ciudadano activo y mucho más.

Feb

19

[ es ] Pensar el 19F


Contra el PP nos movilizamos mejor, es un hecho, pero ¿frenamos mejor la implementación del proyecto neoliberal? ¿Lo hacíamos mejor contra el PSOE? ¿Y si las grandes manifestaciones son sólo la expresión de la impotencia de las masas? ¿Y si lo masivo, con no ser malo, tampoco es garantía de un cambio en la correlación de fuerzas contra el neoliberalismo? ¿Y si tras varias jornadas de movilización, huelgas generales, etc., lo único que tenemos es un cansancio tremendo y magros resultados (como nos ha sucedido, de hecho, desde que tengo memoria política)? ¿Y si sólo conseguimos que la izquierda vuelva al poder para seguir implementando (como, de hecho, hace desde hace tres décadas) la variante progresista de la misma barbarie? ¿No deberíamos pensar que falló en la anterior ola de movilizaciones (ciclos de la LOU, Prestige, Guerra de Iraq, etc.) que hizo que hoy estemos así? ¿No deberíamos pensar y actuar estratégicamente de manera más autónoma?

No puedo dejar de estar encantado con las movilizaciones (faltaría más!), pero tampoco puedo dejar de estar menos preocupado por la reiteración de soluciones, por los actos reflejos, por la impotencia izquierdista, por la repetición de un repertorio ineficaz. Sin duda es una fenomenal noticia que el PP no pueda presentarse (aún encima) como representación del «interés general» (si es que algo así puede existir); sin duda es una muy buena noticia que sigamos en las calles, que nos sigamos movilizando para cambiar las cosas. Nadie puede dudar de esto. Es un hecho. Pero también lo es que hacen falta todavía muchas otras cosas para que realmente empiece un cambio. No podemos vivir en la montaña rusa que pasa del 15M a la depresión, de ésta a la euforia de hoy, y de aquí a la depresión de mañana, derivando en función de los alineamientos de las élites políticas y económicas (incluidas las de izquierdas y sindicales). Es preciso mirar a través de los ciclos, producir las instituciones de la sociedad, instaurar el régimen político del común.