Ene
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[ es ] La muerte de la militancia
- POSTED BY Mundus IN Sin categoría
Al levantarme esta mañana me encuentro otro de esos artículos publicado en el órgano oficial del Régimen (aunque bien escrito, todo sea dicho, que no abunda ya cierta calidad a pesar de lo que cobran los ideólogos). Una y otra vez la misma cantinela prescriptiva cuando de participación democrática se trata: participación sólo dentro del régimen; «militancia», dicen, como si este significante tuviese valor social, sólo dentro de los partidos políticos (idealmente dentro del PP y el PSOE, claro, que para eso es una voz de El País quien dice). El problema nunca es el régimen (PRISA también es régimen, claro, y vaya que si lo es).
Con este personal no hay manera, pienso: la ceguera del marco interpretativo que proponen, el prisma negacionista con el que quieren que veamos el mundo, es exactamente el mismo de hace unos años, cuando el problema todavía era llamado «desafección» (el ciudadano que no veía el régimen con buenos ojos, aun cuando este estaba destrozando sus vidas y transformándose en una cleptocracia). Algo hemos avanzado, no obstante: ante el esperpento de la política del régimen (que no de la política en su conjunto, como pretende el ideólogo), no hay coraje ya de decirnos que la culpa es nuestra por no ser afectos al régimen. Los buenos tiempos en que la politología neoliberal campaba por sus respetos han pasado: ahora sólo campa en ciertas cátedras ante el terror que el mando impoen con la escasez de recursos.
Ahora, por lo visto, es que el problema, la «militancia muere»… ¿Militancia, dicen? ¿Se refieren a aquello de estar pringando en las bases de un partido mientras los machos alfa del mismo se reparten incentivos institucionales, mientras hay que mirar para otro lado porque en la locura de un sistema basado en costosísimas campañas electorales sólo se puede hacer política desde las cajas B, desde los Millet o desde los Bárcenas? ¿O será que se refieren a estar de trosklodita repartiendo panfletos en las manifestaciones a la espera de despertar el proletariado a la causa del Partido de vanguardia? ¿O se referirán más bien a estar todo el día en los eventos del «rollo»? ¿A qué demonios se refieren con eso de la «militancia»?
«La militancia es contrarrevolucionaria»
Así titulaba Hibai Arbide, con inmenso acierto, su capítulo para Les Raons dels Indignats. ¡Y qué razón tenía! En efecto, ciertas formas de participación política han muerto. Y perecen porque aquel paradigma de la política sobre el que se organizaban ya no responde a la constitución material de la sociedad.
¿Significa eso que nos hemos de lamentar? ¿Significa que no hay esperanza para la política? ¿que hemos de esperar pacientes a que aparezca el próximo líder o partido prefabricado listo para su consumo? Veo a mi alrededor y lo que veo es una calle que se mueve, miles de manifestaciones, de pequeñas acciones, de un incesante luchar en lo cotidiano, por lo cotidiano, lejos, muy lejos de las prédicas neoliberales. Veo por todas partes un incremento exponencial de la participación de la gente en la defensa de sus ámbitos de vida (hospitales, escuelas, empresas, universidades, etc.), veo un refuerzo fenomenal de la desobediencia (a los deshaucios, al euro por receta, etc.), veo una ola de movilizaciones que va haciendo posibles procesos de subjetivación, sedimentando vínculos, redes sociales; articulando solidaridades y complicidades más acá de esa esfera pública, narcisista, vanidosa, corrupta… Veo, en fin, una multitud que se empodera día a día en la ausencia total de dirigencias, de vanguardias, de oportunistas que intentan hacer carrera a su costa; veo un enjambre poderosísimo que rechaza centralizarse, unificarse, disciplinarse; constituirse, en definitiva, un «sujeto/súbdito» (en francés «sujet«) de un mando cualquiera.
Al final, es bien posible que, como se dice, la «militancia» haya muerto. Su militancia, la de sus instituciones que se dicen representativas sin serlo. Esa militancia de la modernidad, modalidad perversa del activismo que se entiende en una agencia de la política al servicio del poder en su comprensión estructural funcionalista (del poder como un «poder sobre el otro»). En su lugar emerge una gramática política opuesta, antagónica, fundada en una teoría emancipadora de la agencia, basada en el «poder con y contra», el poder CON la gente y CONTRA la cleptocracia. Buena noticia, pues, que la militancia haya muerto. Celebrémoslo como hasta ahora: militando por la vida, por salir adelante, por cambiar las cosas.