Raimundo Viejo Viñas

Profesor, autor, traductor, editor, ciudadano activo y mucho más.

Oct

23

[ es ] Racismo antigallego tras las elecciones


Uno de los fenómenos que más me ha impactado de las elecciones de ayer es la oleada de bromas racistas contra lxs gallegxs que se ha desencadenado en las redes sociales. Mi primera reacción la publiqué ayer en facebook y algo debí decir bien, a pesar de la rabia del momento, porque tuvo un notable impacto. Decía así: 


Me vais a perdonar, pero en muchísimos de los comentarios e imágenes que hoy están circulando sobre el resultado electoral Galiza se producen dos gravísimos razonamientos, puramente xenófobos: el primero, sin el que no se entiende el segundo, es que se está asumiendo que el resultado electoral es una muestra perfecta de la TOTALIDAD de la sociedad gallega (revisad esto no sea que resulte que se os pase que el peso de la abstención); el segundo es que los gallegos disponen de total libertad para votar, como si el caciquismo y la dependencia económica de Galiza generase las mismas condiciones de posibilidad para oponerse al PP que las del País Vasco. Ojo, en este caso, no sea que resulte que ahora que empieza a suceder en el resto del Estado español lo que antes sucedía con Galiza (migración masiva de jóvenes, de las gentes más críticas, de las mentes más instruidas, etc.), acabeis convertidos en esos «gallegos» de vuestro imaginario a los que hoy llamáis masoquistas, imbéciles y cosas peores (que de todo estoy teniendo que ver). Francamente, un poco menos de fantasías de los imaginarios racistas del españolismo cutre y un poco más de análisis critico de las relaciones de poder: no sea que tengamos que llamaros fascistas de mierda

Esta mañana me he tomado la molestia de comentar dos imágenes que, entiendo son dos caras de una misma moneda. La primera es esta:

Y la reflexión que acabo de hacer en facebook, pero que también querría publicar aquí, la siguiente:

Este chiste es puramente racista y si no era la intención del autor o alguien no lo ve, todavía más: el peor racismo es precisamente ese, el que no se ve, el que opera transparente en base al recurso metonímico de emplear los símbolos comunes de un grupo humano (en este caso lxs gallegxs representadxs por la bandera) como una herramienta semiótica para atribuir un rasgo diacrítico negativo exclusivo de una minoría despreciable (al PP no lo votó un 72,5% de lxs gallegxs con derecho a voto) a todo un colectivo (quienes hemos nacido gallegxs y somos, por ello nación). Aún es más, al mismo tiempo que se hace este chiste con lxs «galleguiños» (al igual que al negro le decía «boy» al gallego no se le deja ser fuera del diminutivo) no se hace este mismo tipo de humor, pongamos por caso, cuando sucede exactamente lo mismo (o peor) en Madrid. Y mira tú por donde, resulta que en la capital se vota todavía más al PP que en Galiza. ¿Todavía se sorprenden algunos de que existan nacionalismos sin (y contra el) Estado? 

La segunda imagen del día es esta otra:

Y el pensamiento que me ha sugerido este que reproduzco a continuación (traduzco rápidamente del gallego original): 

El remate del racismo antigallego que circula por la red tras las elecciones es el auto-odio que terminan generando los propios gallegxs, el hecho de no luchar, sino de interiorizar como propia una responsabilidad ajena. Creo que producir un discurso antipolítico como el de la imagen sólo puede resultar de la más alienante de las aceptaciones de los preceptos fracasados de la democracia liberal como forma de gobierno que haga posible la vida digna. En lugar de denunciar los abusos de una ley electoral injusta, el caciquismo, la ignorancia, el carreteo de votos, etc., preferimos dar rienda suelta a la pulsión de muerte, a la tanatopolítica identitaria sobre la que, precisamente, encuentra fundamento el proyecto neoliberal de la cleptocracia del PP.

Así está el patio.