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[ es ] Esperando a los bárbaros
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Artículo publicado por Diagonal, nº 148, 14 de Abril (Día de la República), pág. 35
“¿Qué esperamos congregados en el foro?”
“Es a los bárbaros, que hoy llegan.”
Así comienza un poema de Cavafis sobre la parálisis. Y así se encuentran hoy gobierno y oposición a la espera de las municipales, de las primarias socialistas, del olvido de los escándalos, del crédito o de los repuntes en las estadísticas; de algo, en definitiva, que haga rentable el desasosiego generado por la crisis.
La parálisis generalizada se nos presenta como amenaza de un colapso del sistema. Busca infundir angustia, gobernar las emociones. Pero el colapso no tendrá lugar. No por ahora. Y es que la parálisis es funcional; sirve para regular la tensión social. Si se desea ganar perspectiva más allá de la parálisis hay que comprenderla en su lógica, no en la coyuntura.
La parálisis es estado de shock, el momento subsiguiente en el que el mando mide la resistencia del cuerpo social a sus golpes de efecto; algo así como un “a ver si cuela” después de cuestionar los logros históricos del movimiento. Por ejemplo: ¿cuela bombardear Libia a las órdenes del consejo de seguridad de las potencias nucleares (¡con la que cae en Fukushima!) y en el marco de una “legalidad” global que no es sino la tentativa de instituir un mando que discipline e integre al Estado nacional?
Libia, como en el resto del mundo árabe, no deja de ser epílogo y prólogo los movimientos de liberación nacional. Epílogo de la multitud de naciones que se alzó contra el imperialismo y sucumbió en parte a la instauración del Estado nacional. Prólogo de un nuevo horizonte de luchas global, donde la nación ya no es nación del Estado, sino instancia que legitima la ruptura constituyente. No deja de ser patética, en este contexto, la posición eurocéntrica, postcolonial y cínica de casi todos los partidos de izquierda, especialmente los verdes o “ecopacifistas”.
Otro ejemplo: la (in)acción de gobierno ante las municipales. Esperando el test que demuestre lo evidente: nada cambiará tras el varapalo electoral (más abstención y castigo a los socialistas). El giro a favor del PP (y de la “absolución electoral” de Camps, Gürtels y otros) lejos de activar la política persigue paralizarla mientras se implementan los recortes impuestos por el mando europeo y global. La idea de que los “ajustes” son inevitables y que el recambio del PP sólo puede empeorar la cosa no es más que la táctica común de la parálisis: desincentivar al electorado de izquierda para que reforzar la estrategia neoliberal por la derecha (CiU es el experimento catalán de lo que aguarda al resto del Estado cuando gane el PP).
Variante de lo anterior, la sucesión de Zapatero también paraliza. La política de notables (Rubalcaba, Chacón…) reaparece como única opción en la política de partido. Hay que conjurar todo movimiento: parálisis. En las primarias no se delibera, sólo se elige. Por eso el “debate” sucesorio también paraliza. Por cierto, ¿qué gran empresa contrará a Zapatero por los favores servidos? Sin rendimiento de cuentas, más parálisis. Y con candidatos tan parecidos, difícil movilizarse.
Algo similar a la refundación de las izquierdas (unidas, anticapitalistas, etc.), donde las semejanzas entre lo refundado y lo refundable son tantas que movilizarse es milagro. Y es que la formulación de alternativas radica en un cambio de gramática política: el “qué hacer” leninesco ha devenido un “cómo hacer”. La cuestión de la izquierda sigue siendo procedimental. De contenidos vamos sobrados.
El antídoto de la parálisis es el gesto. El gesto activa el movimiento y éste es lo contrario de la parálisis. Pasado el momento partitocrático y de claudicación sindical se apuntan iniciativas autónomas: Juventud sin Futuro, Toma la calle, etc. ¿Por fin un gesto?