Raimundo Viejo Viñas

Profesor, autor, traductor, editor, ciudadano activo y mucho más.

May

22

[ es ] Esto se acaba, para que algo más grande empiece


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Ya no queda nada, apenas unas horas. Tras dos semanas de ritmo frenético la emoción no puede ser mayor. Llegamos al momento del desenlace. Últimos momentos para convencer al electorado; últimos instantes en que se puede todavía pedir el voto, interpelar al vecindario con las propuestas que hemos elaborado y que el lunes no caerán en el olvido. Al contrario, han sido y serán nuestro punto de interlocución, el centro de la continuidad misma del proyecto.

Y es que no hemos querido montar un partido más. Nos hemos creído en serio el proceso de confluencia ciudadana, la potencia de poner el protagonismo de la gente en primera línea. Lo logrado ha sido impresionante. Y lo que es mejor: ya nadie nos lo va a poder quitar. Haber conseguido mostrar que ganar es una posibilidad bien real, que no hay porque contentarse, ni con ser el eterno ghetto protestón, ni con venderse tan pronto como sea posible al mejor postor. Somos la vía de la potencia de lo democrático, de la potencia de ese gobernar/se de la gente sin más límites que los que se autoimponga.

Esta mañana he ido a un debate en Barcelona FM. Punto por punto, nada menos que un regidor de la talla de Ciurana intentaba en vano hacerse con nuestro discurso. Sus palabras sonaban sospechosas en voz de un representante del partido de las sedes embargadas, los escándalos Millet, Pujol y tantos otros. Saben que se les escapa la hegemonía de las manos; que esto empieza a ser irreversible.

Con todo, nada más peligroso que confiarse a las emociones. Igual que en su día quisimos saber si tenía sentido presentarnos y recogimos más de treinta mil firmas, ahora solo habrá una prueba efectiva de nuestras impresiones: el voto del domingo. Me consta que siempre se dice lo mismo: «en estas elecciones nos lo jugamos todo»; en parte porque es cierto y no hay elección en que no se juegue el futuro, pero en parte también porque estas elecciones se juegan tras una ruptura subjetiva: la que inauguró el 15M e inauguró la transformación del terreno de la representación en un terreno de intervención política para los movimientos: fueron primero las CUP, luego Podemos y ahora le toca a una auténtica marea de proyectos municipalistas.

En esta ocasión, además, el in crescendo de empoderamiento colectivo ha avanzado una apuesta todavía más fuerte que la de conseguir la entrada en las instituciones del gobierno representativo. El domingo aspiramos a todavía algo mucho más ambicioso, apenas inimaginable hace un año: aspiramos a ganar!

Acaso lo consiguamos o nos quedemos en el intento: eso solo la gente lo puede decidir. Pero el solo hecho de que hayamos conseguido llegar a hacer pensar en esto ya es de por sí extraordinario. No perdamos nunca de vista la perspectiva, o asumiremos como naturales los prodigios que se están operando. Seamos conscientes de que si esto sucede, otros, mediocres y maestros de la gestión de lo asumido como normal, se abrirán hueco en el poder para devolvernos a una situación como la que estamos combatiendo.

Hemos llegado hasta aquí porque gritamos «no nos representan», porque dijimos que «sí se puede» y porque ahora sabemos que es por primera vez en décadas, una opción real. Aprovechemos, pues, hasta el último minuto, debatamos, interpelemos, politicemos nuestras vidas y esperemos que el domingo todas las encuestas queden por debajo de nuestros sueños. Será la hora de empezar a hacerlos realidad.