Raimundo Viejo Viñas

Profesor, autor, traductor, editor, ciudadano activo y mucho más.

May

18

[ es ] Recta final


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Recta final. Nada está decidido. Unas encuestas nos ponen por delante de Trias, las otras por detrás. Pero solo los resultados cuentan. Esta semana no solo nos jugamos los próximos años; nos jugamos el modelo de ciudad futura, empezar a poner fin a la corrupción, empezar a cambiar el modelo productivo… En suma, nos la jugamos a poner punto y final al ciclo de larga duración iniciado por el franquismo con su modelo desarrollista, basado en la construcción y el turismo, que el PSOE y el PP desplegaron sin límite hasta meternos en la crisis actual.

Trias ha demostrado que dispone de recursos sobrados para componer mayorías en los despachos, de espaldas a la ciudadanía, con el dinero de lobbies de por medio, generando la corrupción que sea precisa a fin de ahondar en un modelo de subalternidad y dependencia del turismo. Frente a él una ciudadanía que suscribió con más de 30.000 firmas un llamamiento para que Ada Colau, emblema de las luchas sociales de los últimos años al frente de la PAH, encabezase una auténtica rebelión democrática contra la corrupción. En vano se nos ha querido leer y limitar a la lógica electoral y de los partidos, como si de una sopa de siglas se tratase: no lo ha sido, no lo es, ni lo será. Somos un cambio en las formas de hacer política que devuelve a la gente su poder y se lo asegurará durante los próximos cuatro años.

A tal fin nos dotamos del código ético que lxs candidatxs de BComú suscribimos el viernes pasado ante la opinión pública. Un mandato que va democráticamente mucho más allá de los límites del gobierno representativo. Un código que limita a 2 (+1 si hay refrendo popular) el número de legislaturas que se puede permanecer en un cargo (impidiéndose así que alguien viva de la política más de tres décadas, tal y como ha hecho Trias). Un código que obliga al rendimiento de cuentas, a la transparencia y hasta la revocación si es preciso. Un código que reduce sueldos, acaba con prebendas como dietas, coches oficiales y tantas otras expresiones que, por simbólicas, son constitutivas del poder que nos gobierna.

Sin este código, como sin el proceso de primarias que eligió la lista que ahora se vota, o sin un programa elaborado de manera participativa y con las contribuciones de amplísimos sectores, no sería posible generar aquello que es BComú: una agencia política capaz de activar la ciudadanía para que se constituya en el poder efectivo que gobierne y modifique, por ello mismo, la institucionalidad de esta democracia inacabada que nos legó la Transición. Lo dijimos muy claro: no queríamos una sopa de siglas, no otorgaríamos el protagonismo a los partidos. Su colaboración, ciertamente, ha sido bienvenida, pero siempre siguiendo el mandato de Grândola Vila Morena: o povo é quem mais ordena. También lo han sido las aportaciones de notables, figuras destacadas y con la legitimidad para liderar y articular espacios, contrapoderes, proyecto.

No es tanto, pues,  que hayamos venido a decantar la movilización social en favor de resolver el dilema reforma o ruptura, cuanto de entender que solo hay democratización si se da previamente un desbordamiento de los márgenes institucionales existentes. Y ello de suerte tal que conferir el protagonismo a la gente, se convierta al fin en gobierno de la gente, en democracia. El próximo es eso lo que está en juego. La continuidad de lo que conocemos, aunque se vista con nuevos ropajes; o un salto cualitativo hacia el empoderamiento que hará posible una democracia plena.