Jul
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[ es ] Ceive: libertad y zoepolítica
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Sabido es que entre las ventajas de saber varias lenguas está la de ganar ese lugar desde el que descubrir(se) en las significaciones culturales propias y ajenas. A los efectos de la producción de teoría política sin duda es este un lugar privilegiado para la reflexión. La posibilidad de sustraerse a evidencias de corte meramente autorreferencial nos permite, a mayores, reconocer la potencialidad de esos usos lingüísticos otros que, por transculturales, nos permiten la producción de nuevas significaciones en el intelecto colectivo.
Así acontece con el verbo gallego ceivar y su potencial uso político. Ceive es el acto de ceivar o abrir las aguas; ceive es quien anda suelto, libre o abierto, sin cierre o vallado alguno. Ceivar-se es soltarse o desasirse y más concretamente, el animal que estaba sujeto. En el uso lingüístico tradicional ceivar era un verbo empleado fundamentalmente para los animales. Sin embargo, durante la ola de movilizaciones de los sesenta y setenta, impulsado por la voluntad diferencialista que animaba la escisión constituyente de galeguismo, ceive comenzó a significarse en el marco político como «libre». El conocido lema galeguista «Viva Galiza ceive!» (¡Viva Galicia libre!) vino a operar una significación antagonista necesaria en la reivindicación de propia diferencia y la igual dignidad de nacimiento.
Cotejemos este tesoro lingüístico galaico con otro de nación gala como es la desveladora ambivalencia del sujet: lo sujeto, el sujeto y súbdito. Su conexión con ceivar y ceive nos abre la posibilidad de repensar la libertad bajo una perspectiva contrapuesta al biopoder que todo lo alcanza (en rigor, que aspira, sin conseguirlo, a alcanzarlo todo), una perspectiva zoepolítica o de la irreductibilidad de la vida natural (zoe) al mando social sobre la vida (bios).
El mando capitalista, horizonte del sujeto/súbdito biopolítico
De acuerdo a la conocida tesis foucaultiana sobre el biopoder, genealógicamente emparentable con la no menos conocida tesis marxiana sobre la subsunción, la configuración del mando moderno se deriva del control de las poblaciones que hace posible primero el gran encierro institucional del siglo XVII. En su lectura postoperaista, autores como Agamben, Negri o Virno identifican en esta misma línea argumental de Foucault la dimensión intrínsecamente productiva del cuerpo social y la necesidad de su regulación por medio del recurso a la biopolítica como el instrumento fundamental por medio del que se llega a instaurar el moderno mando capitalista. El paralelismo argumental entre el paso de la sociedad disciplinaria (la que encierra y sujeta el cuerpo social por medio de instituciones como el manicomio, la escuela, el ejército, la fábrica, etc.) a la sociedad de control (donde gracias a las tecnologías el mando se invisibiliza) y el paso de la subsunción formal a la subsunción real se hace evidente, aunque gracias a la aportación foucaultiana el argumento se enriquece al liberarse de las ataduras de las categorizaciones de la crítica de la economía política para releerse, sin abandonar nunca los términos de un análisis materialista, en la liberación del poder constituyente; vale decir, en la emancipación de la multitud como cuerpo social irreductible al mando capitalista.
El interés de esta conexión marxiano-foucaultiana de los postoperaistas es tanto mayor por cuanto nos permite poner de relieve la invisibilización del mando en la reconfiguración de la sociedad-fábrica en la debordiana sociedad del espectáculo, en el paso del fordismo al postfordismo, en el tránsito de la producción de mercancías al trabajo inmaterial, etc. Si a ello añadimos una lectura genealógica de la ontología que nos remite de Deleuze a Spinoza, no resulta complicado intuir que el sujeto/súbdito de la biopolítica sea siempre formulado en un desequilibrio que hace posible la emergencia de la política de movimiento o agencia postmoderna de lo político. Frente a él, esto es, frente al sujeto-súbdito que protagoniza la política de la modernidad, se puede contraponer hoy una multitud que se libera de las ataduras del mando desde su irreductibilidad natural, o para el caso, que es lo que nos interesa destacar, un cuerpo social múltiple, complejo, antagonista se ceiva del mando biopolítico.
El régimen político del común, horizonte de la vida zoepolítica
A menudo hemos leído el horizonte de la liberación como horizonte biopolítico, como la imposibilidad de liberar la vida del mando; en una lectura, si acaso menos propia de Foucault que de sus epígonos, de un poder-encierro cuya escisión antagonista nos aboca a la proyección del movimiento. Tal vez sea hora de avanzar en el método genealógico radicando nuestra perspectiva de forma autónoma en el horizonte irreductible de la vida al mando, del animal a la institución del encierro, de la anomalía salvaje a la norma de la forma-Estado, de la libertad ceiva a la libertad liberal.
Y es que una vez que la escisión constituyente ha sido puesta encima de la mesa, cumple no ceder a la tentación del repliegue de la institucionalidad biopolítica en cualquiera de sus variantes. Se trata, por el contrario, de indagar en la posibilidad de ampliación de la «grieta» (más al decir de la felûre de Zola-Deleuze, aún sin ser este plenamente el locus de nuestra interprelación, que de la grieta hollowayana), de reconocer/nos en ese momento fundacional que es la igual dignidad de nacimiento o nación; la misma que, liberada hoy del horizonte biopolítico instituido por el Estado nacional, puede pensar/se como instancia de legitimación del régimen político del común: un nacer animal, un nacer cuerpo social, un nacer multitud para constituirse en un marco relacional otro, cooperativo, federal, simbiótico. La Galiza livre de la democracia liberal, y con ella el resto de naciones de la multitud, debe volver a la Galiza ceive para poder enunciar las condiciones de posibilidad de una emancipación efectiva del mando biopolítico. Sin ese horizonte toda ruptura constituyente está abocada a una constitucionalización en los parámetros de la biopolítica; todo fracaso constitucionalizador condenado a la reconfiguración de los dispositivos del biopoder.